Relato vivido y reportado por Betty "Chinita" y Pepe Ruso
Esta es la increíble historia de un encuentro en el aire a través de las
distancias y los años. Alguno diría Dios los dá y ellos se juntan,
pero lo cierto es que las casualidades existen y que hemos pasado unas
horas felices y entretenidas:
Erase una vez una Chinita y un Ruso que viajaban en el vuelo de Iberia Madrid-Lima a visitar a su hijo, nuera y única nieta, que estaban en Lima pasando una estancia de trabajo de 5 meses.
En el vuelo que dura 12 horas viajaba en el asiento contiguo una joven pareja con un niño hermoso, risueño, de año y 4 meses, que hacía las delicias de los que estábamos a su alrededor con su luminosa sonrisa adornada de unos preciosos rizos morenos. Al niño le hacíamos carantoñas y jugábamos a distancia. Con el paso de las muchas horas en el avión nos vamos enterando de que la pareja vive en Madrid, que viajan a visitar a la abuela del chico que tiene una celebración especial, que él ha estudiado en España..... hasta que más tarde dice que es boliviano.
Entonces, se me ocurre preguntarle si su padre no se llama por casualidad Hernán y su madre Fernanda (a lo que al chico se le quieren saltar los ojos de las órbitas de pura sorpresa).
Pues sí, era Nicanor, el hijo de Oso y Fernanda, a quien habíamos visto de recién nacido en su cochecito de bebé en la mensa de Aachen hace 35 años, que viajaba a La Paz para celebrar el 90 cumpleaños de su abuela y el 60 cumpleaños de Oso. Felicidades a ambos, me imagino que habrá sido una fiesta estupenda rodeados del calor familiar de todos los hijos, nietos y bisnietos. Me dijo Nicanor que no faltaría nadie. ¡Enhorabuena!
¡Increíble pero cierto! Para que este encuentro en el aire tuviera lugar tuvieron que pasar muchas cosas:
a) que quebrara la aerolínea boliviana, que les obligó a ellos a tomar el vuelo de Iberia pasando por Lima,
b) de todos los vuelos que hay tuvimos que elegir el mismo,
c) de lo grande que puede ser un avión en un viaje interoceánico, nos tuvo que tocar compartir el vuelo en asientos contiguos,
d) de todos los que teníamos alrededor realmente sólo hablamos con ellos y otra pareja más, es decir, nos tuvieron que resultar simpáticos los padres desde el principio, y claro,
e) nos tenía que llamar la atención ese hermoso niño con unos ojazos luminosos que nos llamaban a jugar con él. Pues sí, ese era el simpático nietecito de Fernanda y Oso. Y finalmente
f) cómo se me encendió la luz de que podía ser vuestro hijo????? Ni yo lo sé. Debo ser un poco bruja...
A ver si algún avezado ingeniero calcula las probabilidades de que este encuentro ocurriese... ínfimas, pero ocurrió, es decir, nos tocó la lotería.
¡Qué alegría conocer a Mateo! Sin querer provocar los celos de nadie, ¡tiene los mismos ojos de Oso! Se os debe caer la baba del gusto con ese nietecito.
Evidentemente después le contamos más cuentos de los tiempos de Aachen, algunas historias que sus padres ni les han contado, como tampoco se las hemos contado nosotros a los nuestros.
Y para que compartáis todos el feliz encuentro en el aire aquí van unas fotos.
Erase una vez una Chinita y un Ruso que viajaban en el vuelo de Iberia Madrid-Lima a visitar a su hijo, nuera y única nieta, que estaban en Lima pasando una estancia de trabajo de 5 meses.
En el vuelo que dura 12 horas viajaba en el asiento contiguo una joven pareja con un niño hermoso, risueño, de año y 4 meses, que hacía las delicias de los que estábamos a su alrededor con su luminosa sonrisa adornada de unos preciosos rizos morenos. Al niño le hacíamos carantoñas y jugábamos a distancia. Con el paso de las muchas horas en el avión nos vamos enterando de que la pareja vive en Madrid, que viajan a visitar a la abuela del chico que tiene una celebración especial, que él ha estudiado en España..... hasta que más tarde dice que es boliviano.
Entonces, se me ocurre preguntarle si su padre no se llama por casualidad Hernán y su madre Fernanda (a lo que al chico se le quieren saltar los ojos de las órbitas de pura sorpresa).
Pues sí, era Nicanor, el hijo de Oso y Fernanda, a quien habíamos visto de recién nacido en su cochecito de bebé en la mensa de Aachen hace 35 años, que viajaba a La Paz para celebrar el 90 cumpleaños de su abuela y el 60 cumpleaños de Oso. Felicidades a ambos, me imagino que habrá sido una fiesta estupenda rodeados del calor familiar de todos los hijos, nietos y bisnietos. Me dijo Nicanor que no faltaría nadie. ¡Enhorabuena!
¡Increíble pero cierto! Para que este encuentro en el aire tuviera lugar tuvieron que pasar muchas cosas:
a) que quebrara la aerolínea boliviana, que les obligó a ellos a tomar el vuelo de Iberia pasando por Lima,
b) de todos los vuelos que hay tuvimos que elegir el mismo,
c) de lo grande que puede ser un avión en un viaje interoceánico, nos tuvo que tocar compartir el vuelo en asientos contiguos,
d) de todos los que teníamos alrededor realmente sólo hablamos con ellos y otra pareja más, es decir, nos tuvieron que resultar simpáticos los padres desde el principio, y claro,
e) nos tenía que llamar la atención ese hermoso niño con unos ojazos luminosos que nos llamaban a jugar con él. Pues sí, ese era el simpático nietecito de Fernanda y Oso. Y finalmente
f) cómo se me encendió la luz de que podía ser vuestro hijo????? Ni yo lo sé. Debo ser un poco bruja...
A ver si algún avezado ingeniero calcula las probabilidades de que este encuentro ocurriese... ínfimas, pero ocurrió, es decir, nos tocó la lotería.
¡Qué alegría conocer a Mateo! Sin querer provocar los celos de nadie, ¡tiene los mismos ojos de Oso! Se os debe caer la baba del gusto con ese nietecito.
Evidentemente después le contamos más cuentos de los tiempos de Aachen, algunas historias que sus padres ni les han contado, como tampoco se las hemos contado nosotros a los nuestros.
Y para que compartáis todos el feliz encuentro en el aire aquí van unas fotos.
